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Cuando se esta muy enamorado en general se presumen el amor. Pero si él o ella no cumplen los deseos o expectativas de la pareja, entonces se enojan, se insultan y pueden llegar hasta las agresiones físicas como aventones. La reconciliación es lo mejor. Pellizcos en los cachetes, leves nalgadas o palmadas en la cabeza o espalda. Y las palabras de siempre: 'ya no me hagas enojar. A ti te quiero, pero tú haces que me enoje', y asunto arreglado. Tan recurrente es la escena que ambos se acostumbran. Con algunas variantes, así nace la violencia en el noviazgo. Si se permite, del reclamo se pasa al insulto; del insulto a los golpes; de los golpes al sometimiento a la violencia sexual y la posible muerte. Las conductas violentas en las relaciones de pareja no formales no son percibidas como tales ni por las víctimas ni por los agresores, pues generalmente se confunden maltrato y ofensas con amor e interés por la pareja. ¿Así nos enseñaron desde la infancia?, 'Un buen día nos damos cuenta que mamá, papá, o ambos, no nos tratan amorosamente, sino que nos regañan, nos pegan, nos gritan, se enojan, nos amenazan con la pérdida de su amor. Y eso se reproduce, de algún modo, en relaciones posteriores que son, todas, ambivalentes, con sus dosis de amor y de odio.' Las consecuencias en la persona agredida son depresión, baja autoestima, aislamiento, fracaso escolar y bajo rendimiento laboral. Pero es tan cotidiana esta violencia que no es fácil detectar su trascendencia social, y es esta invisibilidad uno de los factores que desencadenan la violencia intrafamiliar. La incapacidad “aprendida” de no poder expresar los sentimientos como el amor o la necesidad de compañía o el mismo deseo sexual, es lo que lleva a encontrar como única vía de salida la agresión.
El siguiente cuestionario pretende evaluar la posibilidad de que presentes este trastorno. CONTESTA SI O NO.