Algunos factores externos como el estrés emocional pueden desencadenar varias enfermedades que también se proyectan en la piel, tal es el caso de la psoriasis.
Es una enfermedad inflamatoria de la piel, no contagiosa, que puede afectar cualquier parte del cuerpo: cuero cabelludo, uñas, codos, rodillas y otras articulaciones.
Las lesiones que produce son rojas, abultadas y escamosas, pueden causar mucha comezón, ardor y, en ocasiones, dolor, producto del incontrolable crecimiento de las células de la piel. Este padecimiento se presenta en casi 3 % de la población.
A pesar de que la causa exacta de la psoriasis no se conoce, hay teorías que apuntan que la carga genética puede predisponer a las personas. Aunado a esto, factores externos pueden empeorar la situación, como infecciones bacterianas, virales o de hongos, así como el tabaco, alcohol, medicamentos y, sobre todo, el estrés.
Para su diagnóstico y tratamiento es indispensable acudir al médico, ya que existen muchas manifestaciones clínicas diferentes en cada persona.
Tanto los pacientes como su red de apoyo deben estar conscientes de que no es una enfermedad contagiosa. Aparte del tratamiento farmacológico y manejo terapéutico, se debe reforzar la confianza y seguridad en la imagen de la persona con psoriasis. También hay que aumentar su autoestima y no estar en contacto con factores que puedan empeorar su curso.