La felicidad es la satisfacción que tengas de tu propia vida, logros, metas, amores, encuentros y deseos. La felicidad también consiste en integrar tu pasado desde un punto de vista diferente, no desde lo que te faltó, sino de aquello que ha enriquecido tu vida y que te sigue manteniendo con metas constantes.
Decir siempre la verdad a otros y a sí mismo es básico para una buena salud emocional. Como dijo Jesús: "La verdad os hará libres".
Tener ilusiones y metas positivas, económicas, intelectuales, emocionales o de cualquier índole, ayuda mucho a que nuestra mente esté sanamente ocupada.
Aceptar las cosas, buenas o malas, que nos pasan en la vida, pensando y llegando a sentir que "Dios dispone" y que lo que viene conviene, ayuda mucho a nuestra tranquilidad emocional.
Debido a que los seres humanos estamos COMPUESTOS de MATERIA y ESPÍRITU, es fundamental tratar de lograr armonía entre ambas parte, así como los demás.
Crecer material, intelectual y emocionalmente nos hace sentir una gran satisfacción y, para lograrlo, ayuda acercamos a las personas que nos hacen crecer y alejarnos de las que nos hacen decrecer; si no se puede físicamente, por lo menos mentalmente.
El perdón libera de sentimientos negativos; trae paz al corazón y genera alegría. Perdonar y perdonarse es virtud de quien triunfa sobre sus propias debilidades.
Ayudar a los demás da mucha felicidad. Se puede dar lo que se tenga: tiempo, dinero, compañía, alegría, etc. Es más feliz quien más da. Como se dice: "El que no vive para servir, no sirve para vivir".
Aceptar que sólo somos dueños de nuestra vida, no de la de los demás. A nuestros seres queridos y amigos les podemos ayudar y aconsejar; pero respetando su individualidad.
luchar para conseguir depender lo menos posible de personas, cosas o hechos, nos permitirá sentirnos libres.
Gran ayuda emocional proporciona creer siempre en un ser superior presente en todos los actos de nuestra vida, porque nos ayuda a aceptar nuestro destino.