Qué difícil resulta lidiar con algunas situaciones como la infidelidad en la pareja, sobre todo con el conflicto interno para sobrellevarlo o resolverlo. Opciones hay varias: ignorarlo, minimizarlo, incrementarlo, incluso mantenerlo en secreto. ¿Cuál será la mejor?
Lo aconsejable es analizar la situación y, según sus posibilidades, tomar decisiones.
La complejidad de esta respuesta va encaminada a examinarse uno mismo, aun con los sentimientos de dolor, tristeza o enojo.
Las experiencias amorosas dejan aprendizaje. Si esa especie de lección no se aprende, se cae en el riesgo de que vuelva a presentarse la situación tantas veces como sea posible.
Eso incluye atender al miedo: qué quiere, qué nos dice, incluso, qué pasará. No resulta el mismo miedo estar en soledad que el miedo por no tener recursos económicos.
Además, también se puede recurrir al silencio castigador, como evidencia de que hay un problema por resolver; pero ¿será que el mismo silencio a veces le quite el derecho al otro de saber que hay algo por atender?
La tristeza o el enojo suelen estar detrás de este silencio, pero también se pueden presentar mediante la queja constante. Reclamos, señalamientos, gritos, golpes, exigencias y más, son otras maneras de tratar esos problemas.
La pregunta del millón es: ¿qué postura y reacción tengo?, y después: ¿cuál postura y reacción quiero tener?
Esto no significa que no existan emociones; sin embargo, al ver el problema con otros ojos, quizá den por resultado más alternativas de solución de lo que se había pensado.
Por tanto, un problema de este tipo, es recomendable tratarlo con un psicólogo, que pueda auxiliar a su análisis y en la toma de decisiones.
Si usted o alguien más requiere de orientación psicológica, puede comunicarse al SIMISAE: 800-911-3232, servicio gratuito las 24 horas.