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Es probable que hayamos escuchado, en más de una ocasión, que las personas celosas tienen baja autoestima, son inseguras, desconfiadas y hasta codependientes, pero qué tanto estas creencias o prejuicios nos impiden que analicemos una emoción tan compleja como los celos.

Algunas investigaciones en el pasado indicaron que era común que las mujeres se sintieran más preocupadas por una infidelidad emocional que por engaño sexual, a diferencia de los hombres, donde este era el de mayor impacto.

Hoy se ha descubierto que es similar la angustia que siente tanto un hombre como una mujer ante cualquier tipo de infidelidad; esto nos demuestra cómo los celos tienen un componente contextual y, por lo tanto, pueden cambiar de cultura a cultura y de época a época. Y no estarán relacionados con una baja autoestima o con algo que deba avergonzarnos.

Podríamos asegurar que todos los seres humanos hemos sentido celos en algún momento de nuestra vida. En la infancia suelen ser comunes ante la llegada de un nuevointegrante a la familia, como un hermano.

Estos sentimientos no son observados como baja autoestima en los niños, sino como una reacción natural por el cambio que implica el sentirse amenazados ante la pérdida de atención exclusiva de los padres. Ya en la edad adulta, pueden ser indicativo de que tememos perder el vínculo con alguien importante para nosotros.

Reconocer que somos capaces de tener una gran variedad de emociones, es indispensable para la salud mental, y esta aceptación incluye también los celos. El punto central tal vez no sea concentrarnos en que los sintamos, sino en lo que hacemos con ellos.

Podemos sentir celos y hacer un trabajo de reflexión sobre el por qué nos sentimos de esta manera; si es algo relacionado con nuestro estado de ánimo en ese momento, si se vincula a algún conflicto con nuestra pareja -como alguna herida no reparada-, o si observamos algo inusual y sospechoso en cómo se comporta nuestra pareja.

Lo principal es tratar de canalizarlos de un modo no destructivo, y así evitar lastimarnos o dañar esa relación que, al final, tanto deseamos proteger.

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