El síndrome de Estocolmo se genera cuando, tras algún secuestro, la víctima desarrolla lazos afectivos o se identifica con su captor. Se trata de un mecanismo de defensa del cuerpo ante una situación traumática. Generalmente, se da cuando el secuestro dura varios días o hasta semanas o meses, y también cuando el captor trata bien a su víctima y no le hace daño.
Este síndrome no afecta a todas las personas secuestradas. Según datos del FBI, sólo el 27% de los rehenes desarrollan este trastorno. Y algunas de las características de las personas que lo viven son:
Sin duda, un secuestro es una situación muy complicada. Hay inseguridad y miedo por lo que llegue a suceder. El cuerpo puede reaccionar de manera extraña, pero con el fin de supervivencia, así es el síndrome de Estocolmo. Con él, buscas defenderte y evitar un daño mayor, aunque al final, puede crearse un vínculo con el captor.
Muchas situaciones pueden desencadenar este trastorno. Personas maltratadas, prisioneros de guerra o de campos de concentración, víctimas de violaciones, secuestro o toma de rehenes, miembros de sectas, e incluso personas cuya pareja es demasiado controladora y dominante. Por lo que el cuerpo activa un mecanismo de defensa convertido en sumisión y obediencia extrema, hasta llegar a afecto, admiración y “amor”.
El síndrome de Estocolmo puede ser tratado con ayuda psicológica. Así que no lo dudes, si alguien cercano a ti o tú, necesitan ser escuchados, los psicólogos del CNDEE están disponibles. Llama al 800 911 32 32, o escribe a centrodiagnostico@simisae.com.mx