La pandemia también representa uno de los problemas más grandes en salud mental, debido al confinamiento, las pérdidas familiares o laborales. Ha desencadenado trastornos de ansiedad y del estado de ánimo (depresión). La alimentación, en gran medida, puede ser un factor de riesgo o de protección ante ello y, desde esa óptica, podemos ofrecerle a los pacientes, y a uno mismo, una manera de cuidado.
En muchos hogares el presupuesto se ha modificado porque los ingresos disminuyeron por la pérdida de empleo o reducción de salario. Es una nueva fuente de estrés por no poder satisfacer una de las necesidades básicas, la alimentación.
El estrés reduce mucho al entender que una buena alimentación va más allá del Plato del Buen Comer, sino en función de lo que tenemos en casa. Eso ayudaría a disminuir la ansiedad que surge por considerar que no se le da lo suficiente a la familia.
Si en un hogar se presentan miedo, angustia y culpa por sentir que no se puede cubrir la necesidad de alimentar, podría llevar a una serie de conductas explosivas que contribuirán a tener más estrés. Una respuesta violenta o apática surge ante la desesperación, los gritos, golpes, o bien, el salirse de casa o irse a dormir como un acto de evasión, y dejar de atender a los hijos, o a uno mismo. Nada de esto solucionará los problemas, darán paso a un círculo constante de culpa-agresión/evasión-culpa de nuevo.
La primera consigna es aceptar lo que se siente. Por supuesto, preocupa no tener dinero; hay enojo si se perdió el trabajo o disminuyó el ingreso, también miedo y frustración por las situaciones sociales y de salud. Expresar los sentimientos tranquiliza y despeja la mente para buscar soluciones, callárselo por la idea de ser “fuerte”, solo genera reacciones de dureza o negligencia.
Es fundamental buscar la ayuda psicológica para atender los padecimientos emocionales. Recuerde: en el CNDEE se brinda atención gratuita y está abierto las 24 horas. Llame al 800 911 32 32,, o escriba a centrodiagnostico@simisae.com.mx