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Cuando somos padres, siempre deseamos lo mejor para nuestros hijos: buena educación, alimentación adecuada, una cómoda y bonita casa, entre otras cosas. Pero en muchas ocasiones, en esa búsqueda por proporcionarles lo excelente, dejamos de lado nuestra salud, alimentación, descanso y esparcimiento. Se nos olvida que la manera en que nos tratamos, nos cuidamos y relacionamos con los demás, es la que ellos aprenden.

Es importante darnos la oportunidad de manifestar cansancio y tiempo para recuperarnos y permitir ser consolados, enfermar y asistir al médico. Con nuestro ejemplo, enseñamos a los hijos que podemos presentar problemas y buscamos alternativas para resolverlos; que tenemos derecho y deseos de descanso, de convivir con otras personas y comprarnos algo sin generarnos culpa.

Enseñar con ese ejemplo significa que nos queremos y, por lo tanto, respetamos nuestro cuerpo y ponemos límites a quienes nos lastiman. Cuando hacemos todo esto, fortalecemos nuestra autoestima, y no hay otra cosa que dé tanta seguridad a un hijo que el tener unos padres que se aman.

Más allá de padres “luchones”, también tenemos derecho a estar bien y disfrutar la vida. Al final, somos un espejo en donde nuestros hijos se ven reflejados.

Es importante llevar una asesoría y orientación psicológica para hacer conciencia de la importancia de esto. Se tiende a creer que el sacrificio es lo mejor, y mostramos a los hijos una actitud que después repetirán. La sociedad necesita generar un cambio ante el hecho de vivir con esfuerzo.

Con gusto, pueden recibir ayuda psicológica gratuita en el Centro SIMI de Salud Emocional: 800 911 32 32, o escribirnos centrodiagnostico@simisae.com.mx.